12.4.14

Días de facultad XXXI

Esta semana pretendía publicar un texto sobre la increíble lentitud de las revistas académicas para dictaminar y publicar artículos. Parecen el vaticano, que se tardó no sé cuántos siglos en reconocer que Galileo tenía razón. Volveré al tema de la lentitud de las revistas en 15 días. Ahora hay algo más urgente que no podemos dejar pasar: ha vuelto la violencia a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Veo acongojado un video en el que varios jóvenes usan una mesa como ariete y arremeten con éste contra otros jóvenes, que no se ven en el video, pero que se intuye están dentro del auditorio: auditorio sitiado. Hay fotos de muchachos fuertemente golpeados y se reporta que fueron los estudiantes de la facultad quienes intervinieron para que no arreciara el conflicto entre quienes hicieron suyo el auditorio hace 14 años y los anarquistas que lo tomaron en diciembre pasado.

La encrucijada es la misma de siempre: una policía que se escuda en la autonomía para no garantizar la seguridad, un cuerpo de seguridad de la UNAM que tiene como función vigilar, no recuperar instalaciones. Grupos violentos, autoridades amarradas por el contexto político y una comunidad frustrada que intenta organizarse pero no consigue gran cosa: los discursos hace mucho que están agotados. 

Hay quienes esperan que las autoridades de la UNAM, de la Facultad, o peor, los alumnos y profesores, recuperemos el auditorio, pero eso es un sinsentido, la comunidad universitaria no puede constituirse en una autodefensa. El caso de la facultad sí es un ejemplo alarmante de un Estado impotente (para no decir fallido, aunque es obvio que el Estado mexicano falla en muchas de las áreas que le corresponden, como garantizar la seguridad y la propiedad de las personas), o peor, displicente: le corresponde al gobierno Federal hacer de la UNAM un espacio libre de violencia. Los universitarios hacemos lo que podemos, pero tampoco se trata de ser mártires, no podemos suponer que nuestras palabras nos defenderán de sus palos. 

Y cuando digo que le corresponde al Estado, no sugiero que la policía federal tome la facultad de filosofía, lo que trato de decir es que el Estado, con sus recursos (que son muchos y no todos violentos) debería proteger el espacio en el que intentamos discutir libremente las ideas. Lo hacen todo el tiempo en otros ámbitos, ¿por qué permiten que los golpes lleguen a la UNAM?


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