7.8.13

Días de facultad XXI

El viernes 7 de junio, uno de los seminarios en los que participo como investigador, organizó un coloquio llamado: racionalidad, justicia y diversidad cultural. En él discutimos, grosso modo, la manera en que la razón, sobre todo la razonable, nos puede ayudar a encontrar ideas de justicia que nos conduzcan a mejorar los problemas que trae consigo la diversidad cultural.
 Traigo lo anterior a colación, por lo que sucedió en uno de los debates posteriores a la lectura de las ponencias. Después de una muy buena exposición de la teoría de las capacidades de Martha Nussbaum, alguien en el público preguntó si la postura de la filósofa partía del Estado, porque, si era así, no representaba más que los intereses del mismo.
Nussbaum, por supuesto que piensa que el Estado es una de las instituciones más importantes, aunque no la única, encargadas de reducir la injusticia en el mundo.
Para el joven que preguntaba desde el público, en cambio, el Estado es el enemigo de las diferencias, el gran opresor, uno de los culpables de la injusticia.
Es muy importante esta disyuntiva, los que creemos que el Estado es instrumento para la justicia, hacemos todo para que cumpla esa función. Y así, proponemos leyes, e instituciones como la universidad pública y el seguro social, por decir algo.
En cambio, quienes a partir de la experiencia (porque no podemos negar que el Estado ha sido todo lo que dicen) lo consideran su peor enemigo, hacen todo lo posible, desde su pequeña trinchera, para derrotarlo.  En parte, esto explica la violencia con la que se enfrentan con la policía cada vez que tienen ocasión, pues representa la fuerza del Estado. Son los soldados del enemigo. Enfrentarlos es enfrentar a la injusticia.
Si no nos preguntamos cómo cambiar la percepción que tienen estos jóvenes de la justicia y el papel que el Estado juega en organizar a la sociedad y hacerla justa, seguirán en su batalla contra las instituciones. Y seguramente cada vez serán más violentos.
Rawls estaba seguro de que si las instituciones eran justas, la gente las estimaría. ¿Son justas las instituciones del Estado mexicano? Si lo fueran, habrá excepciones, los jóvenes no  las detestarían como las detestan.
No creo en dinamitar el Estado, pero es obvio que requiere una transformación profunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo