1.8.13

Días de facultad XIX

La reciente toma de rectoría suscitó un intenso diálogo en los pasillos y salones de la Facultad de Filosofía y Letras y volvió a hacer evidente un hecho que muchas veces no volteamos a ver: el auditorio Justo Sierra/Ché Guevara (por ahora no vale la pena polemizar sobre el nombre), sigue sin estar en manos de las autoridades de la Facultad. Hace 13 años que no es de los universitarios. Hace 13 años que no podemos utilizarlo para ver cine o presenciar conferencias o conciertos. Hace 13 años que no podemos utilizarlo para hacer nuestra vida académica y cultural como solíamos hacerlo.
 El tema es difícil e incómodo por varios motivos. El primero y más obvio es que el asunto se usa para atacar a la UNAM y a sus autoridades, para decir que la institución es incapaz de controlar lo que sucede en su interior, que es anárquica y tolerante de lo intolerable. Por supuesto, no es mi opinión. Debemos tocar el tema, pero no para golpear a la UNAM, sino para fortalecerla y, claro, para intentar recuperar el auditorio.
El segundo motivo por el que el tema es difícil e incómodo, es su complejidad. Mentira que se trata sólo de traer a la policía y sacar a quienes lo tienen tomado. Eso sólo crisparía los ánimos, dividiría a la comunidad, enturbiaría la atmósfera y seguramente afectaría nuestras actividades más importantes: la docencia y la investigación.
Sería bueno saber: ¿quienes ocupan el auditorio? ¿qué actividades realizan ahí? ¿cuáles son sus intenciones? ¿se habrán planteado devolverlo? ¿bajo qué condiciones? ¿o pensarán que lo tienen a perpetuidad?
En la página www.auditoriocheguevara.org los colectivos que tienen tomado el auditorio dicen lo siguiente: “El Che no se negocia ni se entrega. El trabajo de organización y lucha, autónomo y autogestivo seguirá: pésele a quien le pese allá arriba y aunque les estorbe a sus aliados seudorevolucionarios”.
No sé si las autoridades de la Facultad mantienen abierto algún canal de diálogo con los ocupantes del auditorio, no sé si tienen un plan o si han decidido que lo más prudente, frente a la intransigencia, es no hacer nada.
Cualquiera que sea el caso, sería bueno que se organizaran mesas de trabajo para informar y discutir al interior de la comunidad opciones para solucionar el conflicto, no me parece que el silencio sea la mejor alternativa. El silencio y la inmovilidad sólo hacen que la ocupación eche raíces más fuertes y que su intransigencia triunfe. La sinrazón es la derrota de la universidad.
Relacionado con la sinrazón y que no puedo dejar pasar, es la infame conducta de unos aficionados de los Pumas, que en el estadio Azteca hicieron ruido de mono para insultar a un jugador. El racismo es una lacra inaceptable. El club debería tomar cartas en el asunto y distribuir información que les informe a todos sus seguidores (universitarios y no) de la inexistencia de las razas humanas.

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