17.1.13

Días de facultad X


El 2 de octubre hubo un paro activo en la Facultad. Como siempre, la decisión la tomó un grupo de alumnos. Diré que fueron trescientos, porque eso escuché, pero no tengo ningún dato para sustentarlo.

Como suele suceder, el resto de los alumnos levantó la voz tarde y de forma débil. Se quejaron, no sólo de la falta de representatividad de esos alumnos, sino de sus métodos para tomar decisiones: asambleas sin representación, donde en realidad no se discute, sino que se grita, se acusa y se vota en nombre de todos, aunque nadie hable por ellos.
Esta forma de proceder no es nueva ni exclusiva, es la vieja forma del asambleísmo autoritario, donde el simple hecho de convocar, discutir y votar, se supone suficiente para legitimar el procedimiento.
Una asamblea requiere representatividad y reglas de debate, para que sea posible escuchar las distintas voces; de lo contrario se convierte en un instrumento profundamente antidemocrático.
Pero además y esto es importante: ¿por qué los alumnos, por más representativa que fuera su asamblea, tendrían que tener derecho a parar la facultad? ¿Dónde quedan los derechos de los demás miembros de la comunidad? Por otro lado, una pregunta que nunca he visto que se planteen los estudiantes y que es fundamental, es esta: ¿no es posible organizar movimientos estudiantiles sin cerrar las escuelas? ¿No se puede protestar contra los políticos corruptos y contra las imposiciones y las injusticias sin hacerse daño a uno mismo? Porque ser alumno y cerrar tu propia escuela, a menos que no quieras estudiar, va contra tus intereses. Yo abogo, como he dicho en otros textos, por que la Facultad esté abierta más tiempo, incluso en vacaciones, y que la biblioteca abra hasta entrada la noche.
Aunque suene a lugar común, no dudo que la mejor forma de transformar a nuestro país es a través de la educación y, por supuesto, cerrar escuelas públicas, aunque sea un instante, atenta contra ella.
Me parece contradictorio tratar de cambiar el país atentando contra una de sus instituciones más importantes en términos de justicia social, la educación abre las puertas de la movilidad social, es decir, oportunidades.

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