17.1.13

Días de facultad IX


¿En qué momento comencé a leer con disciplina? No lo tengo claro, seguramente mientras estudiaba la licenciatura. Pero no fue antes. Esto me lo pregunto porque mis alumnos de primer semestre, salvo buenas excepciones, no leen. Llegan a clase, se sientan, escuchan, algunos toman apuntes y se van. Eso no sirve, quizá en otras disciplinas, pero no en filosofía.
Mucha culpa la tienen las prepas, las secundarias, donde las clases son así: una persona hablando y alumnos tomando apuntes para pasar el examen. En la universidad nos toca hacerlos cambiar de sistema, y no es fácil, vienen demasiado acostumbrados a recibir el conocimiento como papilla, en la boca, con cuchara. Pero qué aprenden, por decir algo, si les hablo de Locke, de Hume, cuando ellos no se acercan a los textos, apenas leen fragmentos 15 minutos antes de entrar a clase y luego se van a otro salón, sin haber leído nada tampoco, a escuchar a un filósofo a hablarles de epistemología, de metafísica . Y así siguen su carrera, leyendo poco y escuchando unas cuantas horas a la semana. Insisto, no sirve.
Los alumnos deben leer, compartir sus experiencias de lectura, ser parte de proyectos de investigación, escribir, enfrentarse al público en coloquios. Por eso tenemos que plantear una forma distinta de enseñar filosofía y para eso los nuevos medios son imprescindibles.
Por supuesto lo que digo no es nada nuevo, esta preocupación se halla presente en muchos profesores de la facultad, que se esfuerzan en pensar y aplicar nuevas formas de enseñar filosofía. En eso están, déjenme nombrar a unos cuantos: Ernesto Priani (@epriani), Gerardo de la Fuente, Rafael Gómez Choreño y Francisco Barrón (@yierva).
Las clases de estos profesores están permanentemente “abiertas” a través de redes virtuales, donde sus alumnos publican los avances de sus investigaciones periódicamente, comentan entre ellos y así, suceden varias cosas: los alumnos leen, que insisto, no es trivial; pero sobre todo, piensan y escriben sobre lo que leen y ese, sin duda, es el proceso fundamental de enseñanza de la filosofía.
Dar unas cuantas horas de clase a la semana sin preocuparse de que los alumnos estén realmente leyendo y dándole vueltas a las ideas, preocupándose sólo por preparar la cátedra, me parece que va quedando fuera de lugar, es tomar una distancia que no ayuda al proceso de enseñar filosofía.

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