Aquí un breve fragmento de mi libro "La razonabilidad, virtud de la democracia" editado por Miguel Ángel Porrua, donde hablo de la desobediencia civil (de esto y otras cosas hablaremos hoy 4 de julio de 2012, en el FCE Rosario Castellanos a las 19:00) :
...es importante hablar de cómo los
ciudadanos «razonables» tienen derecho a repudiar a sus gobernantes
y legisladores y en casos graves de injusticia, derecho a la
desobediencia civil.
Cuando la disparidad entre lo
acordado y las normas o leyes o políticas públicas que debieran
instrumentar el acuerdo es mucha, debería ser fácil demostrar la
injusticia recurriendo a la «razón pública». Si los argumentos
razonables son desdeñados sin motivo, cuando no se demuestra que en
tal caso puede haber un desacuerdo razonable, la razonabilidad del
debate estará rota, ya que se estará violando una de sus normas
fundamentales, la segunda:
- Participa en el debate público dispuesto a escuchar y entender la fuerza de los argumentos de los demás. Acéptalos si son más fuertes y no hay razones para sostener un desacuerdo razonable.
la
disposición de los ciudadanos a verse a sí mismos como legisladores
ideales y a repudiar a los funcionarios y candidatos que violen la
razón pública constituye una de las bases políticas y sociales de
la democracia, y resulta vital para su vigor y estabilidad.1
No sabemos bien a qué se refiere
Rawls con este «repudio» y cuáles podrían ser sus alcances. Será
tarea de los «razonables» definirlos.
Cuando el debate público está roto
y la distancia entre el acuerdo fundador y las normas que deberían
regularlo es mucho, los ciudadanos pueden apelar a la desobediencia
civil,
[La
desobediencia civil es] un acto público, no violento, consciente y
político, contrario a la ley, cometido con el propósito de
ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno.
Actuando de este modo apelamos al sentido de justicia de la mayoría
de la comunidad, y declaramos que, según nuestra opinión, los
principios de la cooperación social entre personas libres e iguales,
no están siendo respetados2.
El movimiento por los derechos
civiles encabezado por Martin Luther King, que terminó con la
discriminación racial normada —que no la de facto— que padecían
los negros en Estados Unidos de América, es un claro ejemplo de
desobediencia civil exitosa donde apelando al sentido de justicia, se
cambian las normas injustas que contravienen la constitución.
Cuando ni el repudio ni la
desobediencia civil sirven para que la «razón pública» ciña el
debate y para que las normas ahí construidas reflejen los principios
de justicia que deberían organizar la sociedad, la puerta de la
violencia, el camino que ya no queremos transitar, queda abierta.
Debemos reformular el «nosotros» y así definir un nuevo acuerdo
que permita alejar el dolor y la humillación y transitar del
desapego a la solidaridad: esa es la labor más importante de la
razonabilidad como virtud pública.
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1Rawls,
John: El derecho de gentes y una revisión de la idea de razón
pública, Paidós, 2001, p. 160.
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