El primero de enero de 2003 un grupo de amigos lanzamos una revista electrónica que se llamaba ChicagoDF. La idea era reunir crónicas escritas por personas que habitaran en ciudades que no fueran las propias. Yo escribí desde Barcelona.
La revista murió a finales de 2004. Muchas crónicas se perdieron cuando dejé de pagar el servicio de hosting. Aquí publicaré algunas de mis crónicas, con algún mínimo retoque. Las de mis amigos, o las tienen ellos o no las tiene nadie.
El Pleito
4 viñetas a modo de prolegómeno
1. Lleno
de frío un hombre está tirado en la playa con una camiseta blanca,
como la espuma. El resto del mar es negro, un indómito manto
enlutado.
2. El
viento pulula en las noches y llora, avanza como una procesión de
partículas lácteas en la inmensa nada nocturna —parece una
galaxia— y se estrella contra los cristales, haciéndolos gritar.
3. Los
árboles, como las mujeres, se desnudan poco a poco; de vez en cuando
pienso que la hojarasca, toda gris, es la camisa de una dama desnuda
que se mece bajo la lluvia.
4. La
llovizna no para, las calles fluyen en una película sucia y de grano
reventado. A veces hasta parece que se escucha el proyector.
El pleito
El hombre de
camiseta blanca se levantó y emprendió su camino al metro, cuesta
arriba. Iba dando saltos, como si la película hubiese perdido unos
cuantos cuadros, era de 8 milímetros, vieja.
Estaba mojado y
cubierto de arena. Su pelo negro cedía ante las huellas del tiempo,
"hilos de plata en tu juventud". La barba tenía algunos
días, era espesa: en ese momento bien podría ser lija. Encendió un
cigarro, al llevarlo a la boca le tembló la mano de tanto frío.
Equilibró su
cuerpo durante el recorrido subterráneo de 30 minutos deteniéndose
de un tubo con la mano izquierda, la misma con la que fuma. La gente
lo miraba, su falta de abrigo y su espalda arenosa llamaban la
atención. No tenía pinta de vago, tenía más cara de lija
mustia.
Se bajó
en Hospital Clinic y caminó hacia la calle París,
en pleno eixample barcelonés, iba rápido, tallándose
las manos para ahuyentar el frío. Entonces empezó a llover. El
golpeteó de las gotas en los árboles le recordó su infancia, los
largos paseos que hacía por el hayedo mientras llovía. Encendió
otro cigarro para que la brasa quemara, como si de verdad sucediera,
la melancolía.
Entró al bar,
empapado. Instantes después una joven que se sentaba junto a mí en
la barra alzó el brazo para llamar su atención, el ensayó una
sonrisa. La chica tomaba café, el pidió un whisky con
hielo, igual que yo.
Como si no
estuviera ahí, tan cerca de ellos, la chica comenzó a gritarle, le
reclamaba de desatenciones e infidelidades, él fumaba y se "cagaba
de frío". Pedí otro whisky, miré mi paraguas
en el suelo e intenté poner más atención, discutían en catalán.
Ella comenzó a
llorar, él seguía como tendido en la playa, viendo el cielo a
través del techo, tal vez por eso la chica le limpió la espalda.
Calló arena. Me hubiese gustado quitarme los zapatos para sentirme
más cómodo, tal vez para pisar la arena y sentirme en el caribe.
Miré el reloj,
el dijo que quería ir a casa por una "chaqueta" y
ella volvió a subir el tono de voz, entonces él reconoció todo:
que estaba enamorado de una brasileña, que llevaba días
consumiendo speed vasco y que sí, pensaba dejarla
de una vez por todas, estaba harto de su carácter celoso, infantil,
posesivo.
Se quedó
boquiabierta, él la besó apenas, dejó 5 euros en la barra y
partió.
Me quedé una
hora más junto a ella, como si mi sola presencia la reconfortara en
su llanto, hasta que ella volteó a verme y dijo: "qué coño
miras tío, por qué no me dejas en paz".
Pagué y me fui
caminando bajo la lluvia, de tanto desconcierto olvidé mi paraguas
bajo la barra. Ella lo tomó prestado para cubrirse de la lluvia.
En la noche se
reconciliaron, la mujer se desvistió despacio, como un árbol, e
hicieron el amor bajo el calor de su edredón blanco, mientras el
viento, llorando, hacía gritar las ventanas; mi paraguas lo escuchó
todo bajo la cama.
Una semana
después volví al bar de la calle París, ellos habían pedido al
barman que me regresara el paraguas junto con un whisky pagado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario