14.9.11

Sartre, la fraternidad y María


Mi muy querida María está hospitalizada porque sufrió un derrame cerebral, sucedió súbitamente, como suelen ser estas desgracias. El primer día los médicos nos dijeron que una de las posibilidades era que no sobreviviera y era urgente practicarle una operación delicada. Ese día nos reunimos muchos en el hospital para acompañar a la familia y a su novio (también para darnos esperanzas unos a otros, así comienza la fraternidad) y esperar noticias. Temíamos que perdiera el habla, la movilidad, la vida. Fueron horas largas en las que rompimos en llanto, nos abrazamos y nos dimos consuelo. Finalmente, ya bien entrada la noche, nos dijeron que la operación había sido un éxito y una posibilidad que antes se daba casi por descontado recobraba fuerza: María, con rehabilitación, podría recuperar parte de la normalidad.
Una semana después puedo decirles que María ha dado muestras de una recuperación asombrosa. Cada vez tenemos más elementos para confiar en que saldrá adelante y nos volverá a sonreír, les cuento que tiene una risa deliciosa. Se nos quedan las risas.
Por supuesto que les digo todo esto no sólo porque quiero recordar a mi amiga, lo menciono porque esta experiencia me ha dado argumentos para seguir convencido de que pese a todo la humanidad no es un concepto vano; por el contrario, me parece que en realidad es el único proyecto que le da sentido a todos los otros sueños. Sin humanidad sólo hay barbarie, crueldad, violencia.
Sartre (sí, hoy corresponde hablar de Sartre) tiene un pequeño libro maravilloso que se llama El existencialismo es un humanismo, ahí nos explica por qué la existencia del hombre precede a su esencia, déjenme citarlo: “el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y (...) después se define (...) no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere (...) el hombre no es otra cosa que lo que él se hace”.
Y más adelante dice esto, también fundamental: “cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que al elegirse elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo la imagen del hombre tal como consideramos que debe ser”.
¿Por qué es esto importante? ¿Cómo se relaciona con la desgracia de María? Vamos por pasos. Que nuestra existencia sea anterior a la definición de lo que debemos ser nos da la libertad de escogernos, de actuar según la idea que tenemos de nosotros mismos. Así, podemos elegir ser unos desgraciados, unos viles cínicos o podemos tomar la responsabilidad de elegir ser como pensamos que debemos ser los humanos.
Es decir, podemos claudicar de nuestra libertad y entregarnos al egoísmo o construir la humanidad que, como ya decíamos, no nos viene dada, es un proyecto, un ideal. En este sentido, cada uno de nosotros tendría que actuar de acuerdo como nuestra idea de hombre.
Entonces, ¿cómo es posible la injusticia? ¿Por qué los mexicanos tenemos que llorar una y otra y otra vez los muertos de la barbarie? Porque este país hace muchos años que no se construye al cobijo de un proyecto humano, ¿cuál puede ser la idea de hombre de un asesino que le prende fuego a un lugar lleno de personas? ¿Cuál puede ser la idea de hombre de un empresario que construye una guardería sin cumplir con los requisitos de protección civil, para lo cual corrompe a un funcionario? ¿Cuál puede ser la idea de hombre de un servidor público que acepta unos pesos para permitir que opere un lugar sin salidas de emergencia? ¿Cuál puede ser la idea de hombre de un ejecutivo que guarda una pistola en la guantera? ¿Cuál la idea del hombre de un secuestrador que amordaza a su víctima por semanas enteras? ¿Cuál puede ser la idea de hombre de un decapitador? ¿Cuál puede ser la idea de hombre de un representante popular que no representa más que sus intereses? ¿Cuál puede ser la idea de hombre de una mujer clasista que no para de insultar a los “otros”?
La idea del hombre de todos estos personajes de la barbarie no puede ser más que estrecha, egoísta, temerosa, muy alejada de la noción de ser solidario, tolerante, razonable, comprometido, respetuoso. Es una idea donde el otro, más que un ser que también sufre, es sólo un medio para lograr mis fines.
Pero no todo está perdido, la amistad y la solidaridad se pueden palpar en muchos sitios, por ejemplo, en la sala de espera de terapia intensiva de uno de los grandes hospitales del sur de la ciudad, donde María se recupera, pero también en la voluntad de muchos profesores universitarios que no claudican en su idea de esparcir su idea de humanidad, en los ciclistas comprometidos con el medio ambiente, en las marchas por la paz, en los padres honestos que le transmiten a sus hijos la importancia que tienen ciertos valores para la convivencia justa: la sinceridad, la amabilidad y la civilidad.
Nuestro camino, no tengo duda, comienza en la fraternidad. Por ello debemos señalar uno por uno los actos injustos, los ejemplos de cinismo que inspiran a los jóvenes a matar por unos pesos, necesitamos empresarios ejemplares, funcionarios incorruptibles que entiendan su trabajo como un servicio público. Candidatos honestos que alcancen el poder sin tropelías, nunca más un “haiga sido como haiga sido”, ejemplo nefasto de cinismo, de ilegitimidad, de todo se vale.
No nos pueden gobernar quienes reconocen que todo se vale para llegar al poder. Porque entonces también se vale matar, dirá el narcoempresario; porque entonces también se vale corromper, dirá el dueño del casino; porque entonces también se vale usar a los otros como medio para alcanzar mi beneficio.
Es momento de detenernos y replantear nuestra convivencia. Para empezar, no me parece mala idea dejar vacías todas las plazas del país el día 15 de septiembre, primero, como señal de indignación frente a nuestros gobernantes: ¡no queremos seguir así! Segundo, como señal para nosotros mismos de que no podemos seguir con la inercia de las celebraciones cuando no tenemos nada que celebrar: sí, somos independientes de España, pero nos seguimos matando unos a otros, millones son pobres, muy pobres, nuestra sistema educativo está cooptado, no hay empleos para los jóvenes, los hombres siguen golpeando a sus mujeres, etcétera.
No hay duda señores, la barbarie sólo quedará detrás cuando cada uno de nosotros actúe para ser miembro de la humanidad. Mientras tanto, prepárense para sobrevivir un día más en este matadero.
En Campus

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