6.5.11

Platón

A diferencia de Sócrates, Platón se dedicó a escribir. Hoy tenemos una buena cantidad de sus escritos que atestiguan, entre otras cosas, cómo se fue desarrollando su filosofía. Por supuesto que sus primeros diálogos son diferentes a los textos del final de su vida y junto con la transformación de su filosofía, también evoluciona su Ética.

Por lo limitado de nuestro espacio nos centraremos en una idea:  ser justo condue a la felicidad.  Ahora, antes de abordar este tema debo señalar que Platón, igual que Sócrates y también que Aristóteles y Epicuro, está convencido de que la eudaimonía o vida feliz es el tema fundamental de la Ética.  Así pues, para alcanzar la buena vida, el hombre debe realizar plenamente su función, ¿cuál es esta función? Para Platón, si seguimos la clara explicación de Christopher Rowe,  es el gobierno de cuerpo y alma por la mejor parte del alma. Para que esto sea posible, claro, es fundamental la virdud de ser justo.

En La República, uno de los más afamados textos platónicos, Sócrates —recordemos que Sócrates es el personaje principal de los escritos planóticos y que estos a veces exponen la filosofía del maestro y otras sólo lo utilizan de “vocero” de Platón— trata de demostrar que siempre es mejor ser un hombre justo que uno injusto.  Para probar su dicho Sócrates ofrece varios argumentos, nosotros apenas revisaremos uno, que se encuentra en el libro IX de La República. Ahí Platón, siempre a través de Sócrates, dice que el alma de los seres humanos, igual que las ciudades, tiene tres partes y que cada una de estas partes tiene distintos placeres, apetitos y controles específicos. ¿Cuáles son estas partes? Una es aquella con la que los hombres aprendemos, la segunda es con la que sentimos cólera y la última es la que ama el dinero. Según qué parte del alma los domine hay tres tipos de hombres: el amante del conocimiento o filósofo, el amante de la victoria y el amante de las ganancias.

Si le preguntáramos a cada uno de ellos, sigue el argumento, cuál de las vidas que llevan los distintos tipos de hombre es más placentera, sin duda cada uno dirá que la propia, sin embargo, cómo hacemos para decidir quién tiene razón, será a través de la experiencia, la inteligencia y la discusión. Y siendo esto así, veremos que el amante del conocimiento lleva las de ganar porque, pensemos, ¿quién tiene más experiencia sobre la vida de los otros tipos de hombre? o, más en específico, preguntemos lo siguiente ¿tiene más experiencia el amante del dinero sobre el conocimiento del filósofo o más bien el filósofo sobre los apetitos y los placeres del dinero? Sin duda sabe más el filósofo sobre los placeres del dinero (sobre todo en la Grecia clásica donde los amantes del conocimiento eran ciudadanos libres) que el amante del dinero sobre el conocimiento del filósofo y por ello lleva razón el filósofo al decir que sus placeres son los que conducen a la vida feliz porque precisamente son los placeres que escoge la razón. 

Por ello, además, están mucho más cerca de la Verdad que los del amante del dinero o de la victoria. Así pues, cuando el alma entera acepta ser guiada por la parte que ama el conocimiento y deja atrás el disenso entre los distintos apetitos, el resultado es que cada una de las partes del alma se mantendrá atenta sólo a su tarea en lugar de gobernar el alma entera. Por ello el ser humano que lográ gobernarse así, será a la vez más justo y tendrá una vida más placentera y feliz.  En cambio, si se dejara gobernar por cualquiera de las otras partes del alma se alejaría de la filosofía, de la razón y de la verdad y por ello, también de las leyes y el orden. Así, en pos de placeres falsos como el honor o la riqueza, con tal de saciarlos es capaz de ser injusto, el caso del Tirano es perfecto, en pos de dinero es capaz de traicionar a sus amigos, a los ciudadanos de su polis y acudir a la violencia y la injusticia. Y nadie puede ser feliz y estar siempre tan sólo, insatisfecho y  alejado de los verdaderos placeres. Más vale ser justo que un tirano millonario.

En fin, Platón sugiere que los seres humanos busquemos la verdad, controlemos por las buenas razones los apetitos del alma que conducen a placeres menos verdaderos y así gracias a este buen gobierno de nosotros mismos seremos ciudadanos justos.

En México, por supuesto, gobiernan las apetencias falsas: la avaricia, que conduce a la violencia, la fama, que conduce al egoísmo. Ese por supuesto, no es el camino de la justicia ni de la felicidad.

La próxima vez hablaremos de Aristóteles.


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