31.5.11

Insomnio

Hubo un tiempo en el que leí poesía, me juntaba con algunos amigos y recitábamos en voz alta mientras nos tomábamos unos buenos tragos y comíamos hueva de pescado barata (digo, no era caviar). Rememoro esto porque, nada más sentarme a escribir a estas tristes y lánguidas 3:45 horas de la mañana, recordé un poema de José Juan Tablada:

El insomnio
En su pizarra negra
suma cifras de fósforo.

Me deja frío porque no entiendo nada, será la madrugada. Aunque en realidad me enfrenta con una imagen: alguien mira por la ventana, ve la negra noche y sus cifras de fósforo, que son galaxias, que son estrellas, que son planetas. Qué afortunado aquel que puede asomarse por la ventana o tenderse en la azotea a mirar estrellas en sus noches insomnes. Para mí el insomnio es muy distinto, es una pantalla, es redes sociales, si acaso un libro, pero el insomnio es tan cabrón, nos chupa tanto la sangre, que leer una novela no es cosa fácil. Los tuits son distintos, los niños aprenden leyendo tuits de gis (en mi época, ahora serán de plumón), así que leo tuits de otros insomnes que le dan vueltas al insomnio (¿así será todas las noches? Que hueva) y tuits de amigos trasatlánticos que a esta hora ya ven correr los primeros momentos del medio día.

Tengo Poesía en movimiento en mis manos y, por supuesto, Tablada me lleva —eran amigos, aquí lo dice— a Ramón López Velarde de quién la pequeña introducción del libro que hicieron Paz, Chumacero, Pacheco y Aridjis concluye, “su poesía es irrepetible: no podemos volver a ella porque es nuestro único punto de partida”. Páginas adelante me topo este verso de su poema El sueño de los guantes negros:

Para volar a ti le dio su vuelo
el Espíritu Santo a mi esqueleto.

Carajo, pinche López Velarde, se me antojó un trago, no hay nada mejor para dormir de corrido 8 horas, que dormir borracho, pero claro, después hay que remediar la resaca que es peor que una mañana tras una larga noche sin sueño. Además, tengo una novela sin título así que este parece buen momento para cerrar los ojos y darle vueltas, quizá lo encuentro en la pizarra negra, en una de esas hasta me quedo dormido.

Ciudad de México 5:08 a.m.

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