30.6.10

Se nos acumulan los muertos

Una de las cosas de envejecer es que se nos acumulan los muertos, uno tras otro van enlutando la vida. Y al contemplar el ritmo de los días que sigue impasible su andar, al ver que las lluvias aún caen cada tarde y que los pájaros no dejan de brincar de rama en rama; al ver que los trabajadores, muy temprano, no bajan el ritmo apresurado de sus pasos; en fin, al notar que las cosas en el universo siguen igual con nosotros que sin nosotros, ese luto se convierte en una tristeza más duradera que muchas veces cuesta trabajo sobrellevar.

La muerte, ya lo dijeron muchos, es como nuestra sombra, ahí está, siguiéndonos cada instante del día. Sucede, sin embargo, que hay veces en que los muertos se nos acumulan y entonces no queda más que tenerla más presente todavía. Sobre todo si nos enfrenta a la orfandad. La orfandad no sólo nos deja indefensos; también nos deja vacíos, hay un espacio que sólo pueden llenar los que se fueron y por eso queda siempre hueco.

México es un país de asesinatos y, por ello, de muertos; miles de muertos se cuentan estos años, y cada muerto deja a alguien llorando, cuánta tristeza, cuántos hijos huérfanos y cuántas madres huérfanas de sus hijos acaecidos a balazos. Pero no sólo se nos mueren trágicamente los jóvenes, también nuestros pensadores perecen: en pocos días murieron Bolívar Echeverría y Carlos Monsiváis, mentes lúcidas que echaremos mucho de menos y no sé quién vendrá a cubrir su ausencia, nadie la de las personas, pero la de los creadores de ideas, que son tan necesarias en este país que muchas veces parece falto de razones, demasiado apasionado y nada sereno para pensarse y dar argumentos a la hora de escoger los caminos comunes, los proyectos que nos competen a todos. Y en eso el doctor Echeverría y el cronista Monsiváis nos resultaban fundamentales, eran parte del espejo en el que intentábamos reconocer nuestro rostro.

Y claro que queda su obra, como han dicho tantos, pero también nos hará falta su otra obra, la de los años que dejaron de vivir por morirse antes de tiempo, que es antes del promedio. Y nos hará falta escuchar sus análisis de esta sociedad que se tambalea y que no encuentra la forma de tirar los lastres que nos alejan del camino de la justicia social, del trato humano entre nosotros.

Para cerrar, sólo me queda recomendar a los lectores la página web que la UNAM publicó en la dirección http://www.bolivare.unam.mx, donde se reúne la bibliografía completa del doctor Bolívar Echeverría y se habla de su trayectoria. También se permite el acceso a varios ensayos del filósofo como De la academia a la bohemia y más allá La modernidad “americana”, que son textos que echan mucha luz al análisis de la modernidad. Vale la pena acercarse a ellos y de paso reconocer el esfuerzo de la Universidad Nacional por divulgar la importante obra de don Bolívar Echeverría. Sólo acercando su obra a la gente podremos vigorizarla.

Las ideas son para darles vueltas en la cabeza mientras andamos, para charlarlas en el bar y enseñarlas en las aulas, de nada sirven varadas en las páginas de un libro cerrado. Cuando las ideas callan, todo queda vacío; cuando las ideas callan, todo es injusto e inasible, sólo con ideas podemos tomar el futuro en nuestras manos y sobrellevar la vida enlutada tratando al menos de que sea justa y feliz y suficientemente larga.

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