15.4.10

Las virtudes (quinta parte o la tolerancia)

En los recientes artículos hemos hablado de las virtudes. Hoy lo haremos de la tolerancia, virtud fundamental para la vida democrática.

Carlos Thiebaut nos señala en su ensayo De la tolerancia que debemos entenderla como una virtud caracterizada por dos formas de actuar frente al otro, una virtud con dos polos: por un lado está la tolerancia negativa y por el otro, la positiva.

La tolerancia nace como rechazo de conductas y actitudes que pueden dañar la posibilidad de convivencia en una sociedad donde la pluralidad es un hecho, como podemos constatar con un vistazo rápido al mundo.

Para Thiebaut, un individuo será tolerante si se apega a la siguiente norma: “no pongas como condición de la convivencia pública una creencia que sólo tú y los tuyos comparten, por muy verdadera que te parezca, y atiende, en todo caso, a formularla de manera no absoluta y que sea comprensible por quienes no la comparten”.

La tolerancia, como queda asentado en la norma anterior, es, en primer lugar, refrenarse al condicionar la convivencia, es no exigir del otro que acepte como verdadera una creencia particular, es, por ponerlo en términos de Rawls, ser razonable y acudir al espacio de la razón pública sin valores pertenecientes a doctrinas comprehensivas, a nuestras particulares formas de ver el mundo.

La única manera de llevar tales creencias al debate público, nos dice la norma, es reformularlas en términos tales que los demás, que en principio no la comparten, la entiendan: vaciarla en valores políticos, desvestirla de valores pertenecientes a las distintas doctrinas comprehensivas. Ahora, el proceso anterior no es una exigencia impuesta desde el exterior, cada individuo entiende que tiene buenas razones para refrenarse en sus exigencias y para traducir sus creencias, ¿cuáles razones? La posibilidad de convivencia justa y pacífica con distintos, para empezar.

Ahora, una vez que la pluralidad de actores se refrena y traduce sus argumentos no se terminan las diferencias entre ellos, sería ridículo esperar algo así, convivir no es homogeneizar. En este punto es donde tolerar se convierte en soportar. Las diferencias entre personas no se extinguen con el uso público de la razón. Aceptar la posibilidad del desacuerdo razonable es ser tolerante.

Ahora, no dejemos de lado que la tolerancia es una virtud pública —una forma de actuar como ciudadano—, pues no sólo es soportar con razones, sino en su segunda cara, afirma Thiebaut, es comprender al otro: “la tolerancia modifica también las maneras en que entendemos al diferente y, al cabo, las maneras de entendernos a nosotros mismos”. Este comprender es, pues, el polo positivo de la tolerancia y tiene como base la idea de que justificar las cosas es dar razones a su favor, razonar públicamente es darle un espacio al otro e intentar entender sus argumentos que, claro, han de ser presentados de manera razonable, sin pretenderse verdaderos. Así pues, “la idea de tolerancia nos pone en la tesitura de concebir tanto los vínculos sociales como nuestras creencias y nuestras verdades desde el tornasolado espectro de que no son absolutas, de que pueden estar erradas y de que no agotan el mundo”.

Ser tolerante es tener una actitud agnóstica frente a las creencias de los demás y estar dispuesto a entender sus puntos de vista e incluso llegar a modificar las actitudes y creencias propias frente a la fuerza de los argumentos de los demás. El triunfo de lo público es la consolidación de la convivencia, no de la verdad. La tolerancia no tiene sentido en el mundo de lo verdadero y lo cierto pues, en tal estado de cosas, no hay razón para tolerar lo distinto, ya que resulta falso. La tolerancia sólo adquiere toda su dimensión e importancia una vez que se asume que el mundo de los humanos que ejercitan su facultad de pensar es diverso, no puede ser de otra forma.

6 comentarios:

  1. 'Ahora, el proceso anterior no es una exigencia impuesta desde el exterior, cada individuo entiende que tiene buenas razones para refrenarse en sus exigencias y para traducir sus creencias, ¿cuáles razones? La posibilidad de convivencia justa y pacífica con distintos, para empezar'. Imagínate que yo creo que a menos que todos los demás los lunes se vistan de morado el mundo se va acabar en 10 meses. Cómo es posible que las razones que citas -la convivencia pacífica y justa- tengan más peso que salvar al mundo?

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  2. 'Ser tolerante es tener una actitud agnóstica frente a las creencias de los demás y estar dispuesto a entender sus puntos de vista e incluso llegar a modificar las actitudes y creencias propias frente a la fuerza de los argumentos de los demás.' Por qué debo ser agnóstico frente a creencias que me parecen absurdas? Debemos ser agnósticos frente las creencias de los pedófilos, los Nazis, los creacionistas?

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  3. Creo, básicamente, que el comentario de Andres podría ser planteado: "¿Hay que ser tolerantes con los intolerantes?"
    Yo creo que no, porque tolerar no es permitir todo simplemente porque es diferente. Justo el artículo señala: "[...]incluso llegar a modificar las actitudes y creencias propias frente a la fuerza de los argumentos de los demás". Nota fundamental: subrayar que la argumentación es la base de una convivencia social sana, así pues, para ser tolerante previamente hay que ser razonable. Para seguir el ejemplo de Andres: Tendríamos que dialogar con los Nazis, pedófilos o creacionistas y en base sus argumentos establecer lo que es tolerable y lo que no.

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  4. Así es Andrés, la razonabilidad ayuda a resolver los problemas que planteas

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  5. el poblema se repite: cómo es posible que ser razonable sea más importante que salvar al mundo (forzando a todos a vestirse de morado los lunes)?

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  6. Hola nuevamente Andres, la verdad no entiendo muy bien la pregunta que planteas si pudieras ser más epecífico me ayudarías bastante y podría ensayar alguna respuesta. ¿qué es salvar al mundo?, ¿a qué te refieres?

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