11.3.10

Las virtudes (tercera parte)

Para mis queridos Carlos y Artemio, un abrazo 

y mi cariño en estos días de dolor


En los dos artículos anteriores revisamos parte de la teoría aristotélica sobre las virtudes. Dijimos que podíamos entender la virtud como una forma de  “gozar, amar y odiar de modo correcto”, y explicamos la relación del actuar virtuoso con la felicidad. Por último, también señalamos que no basta con predicar y estudiar las distintas virtudes para ser virtuoso, hay que actuar de cierta manera, según el justo medio.

Sucede, sin embargo, y el mismo Aristóteles lo reconoce, que hallar el justo medio no sólo es difícil, sino que además es cosa de cada individuo, lo que obviamente nos puede llevar a ciertos desencuentros. Por eso es mejor detallar lo que entendemos por cada una de las virtudes, así lo hace Aristóteles, por ejemplo, que en su Ética nicomáquea nos habla, entre otras virtudes, de la magnanimidad, la amabilidad, la justicia. 

James Rachels fue un gran profesor de filosofía moral. Para todos aquellos que quieran leer una buena introducción a esta importante disciplina filosófica, les recomiendo el libro de Rachels Introducción a la filosofía moral, que publicó por primera vez en español el Fondo de Cultura Económica hace unos años, en 2007. Traigo a colación esta obra porque ahí su autor nos dice que toda teoría de la virtud debe no sólo definir qué es virtud, sino dar una lista de las distintas virtudes y sus rasgos. Por definición de virtud nos otorga las siguientes palabras: “podemos definir una virtud como un rasgo de carácter, manifestado en una acción habitual, que es bueno que una persona tenga. Y las virtudes morales son las virtudes que es bueno que todos tengan”. No hablaremos, pues, de los atributos de carácter que hacen bueno a un cineasta, a un futbolista o a un político; nos interesan, y de esas hablaremos, de las que hacen buenos a los hombres.

En fin, ya sabemos de lo que hablamos cuando hablamos de virtud, ahora nos queda ofrecer una lista de virtudes de las que iremos hablando en las próximas semanas, Rachels propone una lista larga, también Aristóteles, de estas listas déjenme escoger cuatro fundamentales: la razonabilidad, la tolerancia, la generosidad y la civilidad. Me parece que sin estas virtudes es difícil lograr un estado de cosas estable y justo, pero ya hablaremos de ello más adelante. Hoy me gustaría hablar de la lealtad con los amigos, para lo que seguiremos a Rachels, a quien, insisto, les recomiendo ampliamente, como hago con mis alumnos.


La lealtad

Para hablarnos de la lealtad, Rachels comienza recordándonos un pasaje del diálogo platónico "Eutifrón", donde Sócrates se entera de que Eutifrón acudió a los tribunales a acusar a su padre de asesinato. Esta noticia hace que Sócrates se pregunte si es o no correcto que un hijo acuse a su padre. Eutifrón piensa que sí, al fin de cuentas, argumenta, un asesinato es un asesinato. Lamentablemente, nos dice Rachels, la discusión sobre el tema no llega mucho más lejos, pues Sócrates la lleva hacia otros rumbos. Pero la pregunta queda ahí.

Es evidente que a nuestros amigos y familiares no los tratamos como a  desconocidos y es que no sólo estamos ligados a ellos por el afecto, sino que también tenemos otro tipo de responsabilidades con ellos, ¿de qué se trata la amistad si no de ciertas consideraciones especiales? Los amigos son fundamentales en la vida no sólo porque nos ayudan y nos acompañan, sino porque sin ellos estaríamos perdidos. Bien dice Aristóteles que “nadie preferiría vivir sin amigos, incluso si tuviera todos los demás bienes”. En fin, necesitamos amigos y por ello también los rasgos de carácter, las virtudes que dejan tenerlos. La lealtad es uno de los más importantes, nos permite apoyar, defender, criticar de cierta manera y eso nos engrandece.

Lo anterior no quiere decir que no tengamos responsabilidades con los otros, pero es evidente que son diferentes. Así, pues, nadie me culparía si en medio de un incendio salvo a mi amigo en lugar de salvar a otra persona, sería desleal hacer lo contrario.

Para terminar, con respecto a Eutifrón, me parece que hizo lo correcto, la lealtad tiene un límite, que es la justicia.


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