23.2.10

Iztapalake

¿Y si hundimos definitivamente Iztapalapa? Así la ciudad de México recuperaría parte de su histórico lago. Además, podríamos construir una marina, un muelle turístico lleno de restaurantes y bares en los que —con un simple cambio de horario— veríamos el amanecer. Imagínense ustedes un amanecer paseando un poco borracho de la mano de una muchacha, o muchacho —según la preferencia— con los volcanes de testigos, en ese idílico lago.

Aunado a esto, el beneficio sería enorme para los chicos que aman los deportes acuáticos, no tendrían que ir hasta Valle de Bravo o Tequesquitengo para velear y usar sus motos de agua, les daríamos la oportunidad de hacerlo en plena ciudad de México. Y habría un incremento en el uso de patines y bicicletas ¿o ustedes creen que con una ciclopista alrededor del lago no la usarían nuestros jóvenes?

Todo esto sin pensar en lo más importante de todo: la ecología. El lago se convertiría sin duda en escala obligada de aves migratorias. Podríamos introducir especies acuáticas, incluso construir granjas de peces y comprar en el súper truchas frescas de Iztapalapa.

El gobierno de la ciudad ya no tendría que hacer playas y, más aún, tendríamos adónde mandar el agua de las torrenciales lluvias de mayo. Sin contar con lo útil que resultaría una barrera natural para separarnos de los barrios pobres del estado de México.
En fin, el único obstáculo para comenzar con los diques que le darían forma a Iztapalake es que un puñado de habitantes — un par de millones, el resto sí acepta la reubicación— se opone sin razón. Reclaman sus tierras sin comprender que también las reclama el agua, su poblador originario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo