8.9.09

Aniversario y suicidio

Los seres humanos podemos terminar con nuestra vida —la propia— y eso es bueno en algunos casos pues, como en el de la eutanasia, la muerte es el fin de los padecimientos inaguantables y sin sentido.

Digo esto porque el suicida argumenta en la misma línea. Sin embargo, sucede que quien se suicida no es un enfermo terminal. Por ello, siempre puede suponer que las tribulaciones o dolores que lo agobian son pasajeras, ¿para qué matarse por un sufrimiento que tarde o temprano cejará? ¿Cómo tomar una decisión definitiva frente a lo pasajero?

La experiencia suele indicarnos que las cosas devienen, que las tragedias se superan. Por eso el suicidio de un adolescente nos parece siempre fatuo: para los principiantes todo parece permanecer, los primeros fracasos, el desamor.

Dicho esto me pregunto ¿qué dolor puede llevar a suicidarse al hombre que no padece una enfermedad terminal y que además sabe del principio y del olvido del dolor? Creo que el aburrimiento, repetición insulsa, y la desesperanza.

Y por qué escribo esto hoy que cumplo años, porque está bien revisarse el ser cada tanto, seguir por seguir es abandonarse a una existencia desabrida. Me gusta tomar conciencia de que aún puedo decir que quiero seguir vivo al menos otro año. Y claro, porque creo en el suicidio, ojalá me toque usarlo. Que no me lleve la chingada cuando se le dé la gana.


3 comentarios:

Archivo